viernes, 30 de marzo de 2012

omaira y la tragedia de armero




la gran tragedia de armero





Omayra Sánchez Garzón (28 de agosto de 1972 - 16 de noviembre de 1985) fue una niña colombiana de 13 años, víctima del volcán Nevado del Ruiz durante la erupción que arrasó con el pueblo de Armero, Colombia. Adquirió reconocimiento mundial al estar tres días atrapada en el fango, agua y restos de su propia casa, mientras las cámaras de televisión transmitían incesantemente sus últimas horas de vida. Actualmente, en el sitio donde padeció su agonía, una valla, producto de la investigación que adelanta la Fundación Armando Armero y que hace parte del Centro de Interpretación de la Memoria y la Tragedia de Armero, cuenta su historia.
Agonía

Tenía 13 años y en el momento de la Tragedia de Armero vivía con su hermano menor, su padre y su tía. Su madre, durante la tragedia, se encontraba en Bogotá en un viaje de negocios. Durante el tiempo que Omayra se mantuvo atorada siempre estuvo encima de los cuerpos de sus familiares. Cuando los socorristas intentaron ayudarla, comprobaron que era imposible; para sacarla necesitaban amputarle las piernas. Sin embargo, carecían de equipos de cirugía y podría fallecer; la otra opción era traer una moto-bomba que succionara el cada vez mayor fango en que estaba sumergida. La única moto-bomba disponible estaba lejos del sitio, por lo que solo podían dejarla morir.

Omayra se mostró fuerte hasta el último momento de su vida, según los socorristas y periodistas que la rodearon. Durante los tres días, estuvo pensando solamente en volver al colegio y en sus exámenes.

El fotógrafo Frank Fournier hizo una foto de Omayra que dio la vuelta al mundo. La fotografía se publicó meses después de que la chica falleciera, debido a la gangrena gaseosa.


la avalancha, se convirtió en el símbolo de la tragedia de Armero.
Su drama fue descubierto por el socorrista de la Cruz Roja Jairo Enrique Guativonza, en la tarde del jueves 14 de noviembre, casi 20 horas después de que Armero fuera sepultada.
Cuentan quienes vivieron el drama que Omaira quedó atrapada al caer en una alcantarilla cuando trataba de huir con su abuela desde el barrio Santander, donde residía, hacia la parte alta de la localidad, mientras detrás avanzaba la avalancha.
El socorrista, luego de varias horas de trabajo, logró romper una plancha de cemento que la tenía atrapada. Pero el destino de la niña estaba marcado hacia la muerte, pues cuando intentó sacarla, notó que sus piernas estaban atrapadas entre palos, pedazos de ladrillos y cadáveres humanos hundidos entre el lodo.
No fueron suficientes los esfuerzos de Guativonza y otros socorristas que con motobombas trataron de evitar que el agua, que le llegaba al cuello, subiera de nivel y la ahogara. Tampoco el trabajo de varias personas que la alimentaban e hidrataban, mientras los miembros de la Cruz Roja trataban de quitar los obstáculos que la tenían atrapada.
Ante la mirada impotente de periodistas, camarógrafos y fotógrafos que mostraron al mundo su imagen de ternura y que pese a su estado nunca entró en desespero, Omaira murió el sábado 16 de noviembre."
Así reseña Radio Caracol la tragedia de Omaira Sánchez. La verdad es que lo sucedido con Omaira fue un acto de total falta de humanidad. La televisión española pudo transmitir en vivo lo que sucedía con la niña, quien agonizó 60 horas atrapada. García Márquez apuntaba que para que los españoles vieran el drama hacían falta cámaras, microondas, un satélite, y miles de pequeñas piezas de ingeniería que transmitieran las imágenes desde Armero, un punto perdido en la geografía colombiana, hasta los telereceptores al otro lado del Atlántico.
¿No hubo voluntad? Seguro que los socorristas que la acompañaron durante tanto tiempo sí tuvieron toda la voluntad. Pero el Nevado del Ruiz había avisado durante meses lo que iba a ocurrir, y el gobierno colombiano de entonces no hizo nada. A quiens advertían de la tragedia que se avecinaba, se les llamó alarmistas.
Omaira podía salir de su percance con la ayuda de una gran motobomba que sacara el agua del lugar en que se encontraba. Pero los miles de helicópteros, rústicos y demás vehículos sólo transportaban cámaras de TV. La tragedia era en vivo y directo, y las noticias no pueden esperar. Es en esos casos cuando me asqueo de mi carrera, del periodismo; porque no debemos estar por encima de la vida y la muerte; antes, somos humanos. 


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